Me gusta pasear por mis recuerdos,
Y recibir con brazos abiertos las emociones que estos llevan.
Como un turista. Y verlos desde un carrusel.
Es diferente ver el agua hervir, que hervir en ella.
A veces, solo narro mi día, o algún tema que me interesa.
Quizas sobre alguna mujer que me guste, o alguna que (con seguridad) me detesta.
Recuento decisiones que aún pago con intereses.
Pero siempre atesoro risas y moralejas.
Me gusta exagerar mis historias, como todo buen novelero.
Mentiras inverificables, y gloriosas anécdotas.
Donde siempre salgo ganando, y me quedo con la princesa.
“Pobre perdedor”, me digo.
Pero me da risa, y eso cuenta.
Es como hablar conmigo mismo, pero con mas estética.
Mejor que me reconozcan como escritor y poeta.
En lugar de un pobre diablo que habla solo,
discutiendo con el letrero de “abierto” en la puerta.
La verdad, no escribo para que nadie lo lea. Es más como hacer limpieza.
Veo mis pensamientos como las plantas en un jardín.
Hay que cuidar de las flores y quitar las malas hierbas.
De lo contrario, se me saldrían por los ojos, la boca y las orejas.